Microcuentos

 Fátima González

Comisión 5, Santiago Castellano

Consigna: Tres microcuentos. 

Escribir un microcuento a partir de otro de los sueños que anotaron: elijan una imagen potente o significativa del sueño, contar microcuento que desarrolle la misma, desde un narrador interno o en primera persona. Elegir un objeto que aparezca en el sueño y escribir otro microcuento en el que ese objeto haya desaparecido o desaparezca misteriosamente. Buscar qué sensación le produce el sueño y escribir un microcuento en el que el personaje protagonista entre en un lugar nuevo y experimente esa misma sensación a partir de lo que ve.

Modalidad: Individual


Al atardecer

Al atardecer cuando ese astro deja de brillar para nosotros, deja de brillar para todos.

No hay protección, sólo nosotros.

Entre nosotros, existe más de lo que podemos observar. 

Así lo pensé ese día, después de lo ocurrido esa tarde al caer el sol. Sólo pensaba en eso. Día y noche, día y noche. Y en el atardecer, bueno, me preparaba para lo peor, porque…ya sabemos que ahí está todo lo malo. A esa hora lo presencié. A esa hora el sol deja de brillar. A esa hora se empieza a preparar eso que sólo en la oscuridad se deja ver, aunque no lo vemos quizá con la vista ya que no está el sol.

Sola sentada a orillas de un lago, nada alrededor. Creo que lo tengo , quizás solo haya sido Marta, mi perro. A ella le gusta disfrazarse de cosas raras. Es que Marta no. Marta no habla. Eso hablaba, y encima maquinaba para mi futuro, cosas para mi calamidad.

Ya sé, mamá me había hablado de demonios, que si tenes un alma frágil te podían poseer o aparecerte, y si es eso?. Tendría sentido, total cuando fui fuerte fue a la mañana, y eso me apareció al atardecer.



Marta

Mañana brillante, mamá me llamó para desayunar y todo estaba listo. Yo emprendí un viaje al bosquecito cerca de casa, me gustaba investigar qué había. A veces llevaba a Marta conmigo. Por cierto Marta!, Marta, Marta, dónde estás?, recuerdo que no lo veía desde ayer en la tarde, pero estaba muy cansada en la noche como para buscarla y bueno esperaba que el día siguiente esté como siempre.

Pero ya son las 10 y no está. Solo espero que el atardecer y la venida de la oscuridad no se la haya llevado.

Empecé a buscarla pero nadie respondía. Ayer me ocupé demasiado pensando en el fenómeno que presencié ese día que descuidé a Marta, mi pobre perrita. Dónde estarás?

No aparece y ya era tarde, empiezo a pensar en todo y en nada. Yo sabía que era mi culpa, no merezco una compañera, soy terrible.

Levanto la vista y veo una sombra en la pared, ya estoy alucinando. No, es Marta y me trajo un cuadro que se encontraba en el ático, entendí que se encontraba ahí, Y si, era un cuadrito de atardecer. Efectivamente fue el atardecer el que se lo llevó, y la trajo de vuelta a mí.



Respirar

Cuando Fox tenía 7 años había descubierto una caja secreta debajo de la alfombra del cuarto de sus papás. Pero nunca lo abrió.

Siempre se decía a sí mismo que alguna vez lo abriría cuando fuese más grande, porque decía que algo protegía a esa caja siempre que iba a sólo observarlo. Era una especie de humo que rodeaba a la caja, una especie de niebla que a veces impedía que pudiese respirar. Aunque religiosamente casi todas las noches iba y lo sacaba de su escondite para solo quedarse ahí y ver que no podía abrirlo.

Ese día fue su cumpleaños nro 17, y se dijo que ya era hora, así que fue y se enfrentó con un obstáculo fenomenal. 

Entró a la habitación, que estaba bastante diferente ya que sus padres habían renovado en gran manera. Fue directo al sitio y no lo pensó dos veces, y lo abrió. En ese interín se sintió como estrangulado de cierta manera, no podía pensar, no podía hablar, ¿era que eso que siempre temió y que protegía la caja lo estaba sometiendo?, Sólo podía ver imágenes, y más imágenes espeluznantes, y la niebla… en realidad lo protegía, por eso era asmástico, y su cuerpo siempre lo supo incluso cuando él no lo sabía.


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